On this Wednesday, January 18th, we begin the Week of Prayer for Christian Unity. It is our opportunity to join with all other Christian communities around the world in the prayer of Jesus on the night before He died: that all of us might be one. The Introduction of the Decree on Ecumenism of the Second Vatican Council states: “In spite of certain contrary appearances, modern man (sic) seeks for dialogue as a privileged means of establishing and developing mutual understanding, esteem, respect and love, whether between groups or between individuals. For this reason he is eager to make ever greater use of it at all levels of his life, political, social, economic, educational and religious.”
There is the basic belief that most people of the world do indeed seek mutual love and understanding. It is the foundation of dialogue, and the only rational elixir for the disease of hatred and violence. Recent advances in transportation, communication and human interaction have resulted in the emergence of a “Human” culture. Within the confines of this common civilization there is the awareness that diverse ethnic, racial, religious and social groups can participate in the society while remaining autonomous. The stability of a pluralistic society is contingent upon the mutual respect of the various groups, whose distinct understandings of reality are held in regard by all. This is not to say that there are various realities, distinct from each other, but that there are various perspectives of reality that describe aspects of the larger truth. It has only been in the recent past that Catholics and other Christians have moved from hostility to tolerance. The divisions between and among Christians have been in no short supply, but now that we have learned to take those important steps toward cooperation and dialogue, we can help one another to understand and embrace the Truth. -Fr. Ted
CARTA SEMANAL- Que ellos puedan ser uno
Este miércoles 18 de enero iniciamos la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Es nuestra oportunidad de unirnos a todas las demás comunidades cristianas del mundo en la oración de Jesús la noche antes de morir: que todos seamos uno. La Introducción del Decreto sobre el Ecumenismo del Concilio Vaticano II afirma: “A pesar de ciertas apariencias contrarias, el hombre moderno (sic) busca el diálogo como medio privilegiado para establecer y desarrollar la comprensión, la estima, el respeto y el amor mutuo, ya sea entre grupos o entre individuos. Por eso tiene el deseo de hacer un uso cada vez mayor de él en todos los niveles de su vida, políticos, sociales, económicos, educativos y religiosos”.
Existe la creencia básica de que la mayoría de las personas del mundo buscan el amor y la comprensión mutuos. Es la base del diálogo y el único elixir racional para la enfermedad del odio y la violencia. Los avances recientes en el transporte, la comunicación y la interacción humana han resultado en el surgimiento de una cultura "humana". Dentro de los confines de esta civilización común existe la conciencia de que diversos grupos étnicos, raciales, religiosos y sociales pueden participar en la sociedad sin dejar de ser autónomos. La estabilidad de una sociedad pluralista depende del respeto mutuo de los diversos grupos, cuyas distintas interpretaciones de la realidad son consideradas por todos. Esto no quiere decir que haya varias realidades, distintas entre sí, sino que hay varias perspectivas de la realidad que describen aspectos de una verdad mayor. Solo en el pasado reciente los católicos y otros cristianos han pasado de la hostilidad a la tolerancia. Las divisiones entre los cristianos no han sido escasas, pero ahora que hemos aprendido a dar esos pasos importantes hacia la cooperación y el diálogo, podemos ayudarnos unos a otros a comprender y abrazar la Verdad. P. Ted