WEEKLY LETTER -
We tend to think that the Christian martyrs were only those zealous believers who lived many centuries ago, but there have actually been more martyrdoms in recent years than in days of the early Church. The beheadings of the Coptic Christians have been recently described in a new book by Martin Mosebach, The 21: A journey Into the Land of the Coptic Martyrs (Plough, 2019). It is a presentation of each of the twenty-one men who would not submit to the demand of their captors. To save their lives, all they needed to say was the Muslim affirmation: “There is no God but Allah, and Muhammad is his messenger.” Their refusal to do so resulted in their decapitation in a particularly gruesome fashion. The photograph of these courageous witnesses to Christ, clad in orange jumpsuits and kneeling on the beach, was splashed across the internet in February of 2015. Much of the international press took little note, but for the Coptic Orthodox, these martyrs became instant Saints who were awarded the Crown of Glory in the iconography of the Church. The Coptic Christians of Egypt and other Christians (most of whom are Catholic) continue to be killed for their faith in many parts of the world. It is incumbent upon all of us that they be remembered and petitioned in prayer for their witness to the Gospel of Jesus Christ. The Church has always flourished on the blood of the martyrs. We know that it is only in the Blood of the Lamb that our sins are forgiven. The modern martyrs have joined their own blood with the chalice of salvation won for us in Christ. We are blessed to live in the time of the modern martyrs.—F. Ted
CARTA SEMANAL -
Tendemos a pensar que los mártires cristianos fueron solo aquellos creyentes celosos que vivieron hace muchos siglos, pero en realidad ha habido más martirios en los últimos años que en los días de la Iglesia primitiva. Las decapitaciones de los cristianos coptos se han descrito recientemente en un nuevo libro de Martin Mosebach, The 21: A journey Into the Land of the Coptic Martyrs (Plough, 2019). Es una presentación de cada uno de los veintiún hombres que no quisieron someterse a la demanda de sus captores. Para salvar sus vidas, todo lo que tenían que decir era la afirmación musulmana: “No hay más Dios que Alá, y Mahoma es su mensajero”. Su negativa a hacerlo resultó en su decapitación de una manera particularmente espantosa. La fotografía de estos valientes testigos de Cristo, vestidos con trajes naranjas y arrodillados en la playa, se difundió en Internet en febrero de 2015. Gran parte de la prensa internacional tomó poca nota, pero para los ortodoxos coptos, estos mártires se convirtieron instantáneamente en santos que fueron condecorados con la Corona de Gloria en la iconografía de la Iglesia. Los cristianos coptos de Egipto y otros cristianos (la mayoría de los cuales son católicos) continúan siendo asesinados por su fe en muchas partes del mundo. Nos incumbe a todos nosotros que sean recordados y solicitados en oración por su testimonio del Evangelio de Jesucristo. La Iglesia siempre ha florecido sobre la sangre de los mártires. Sabemos que es solo en la Sangre del Cordero que nuestros pecados son perdonados. Los mártires modernos han unido su propia sangre al cáliz de salvación ganado para nosotros en Cristo. Somos bendecidos de vivir en el tiempo de los mártires modernos.—P. Ted