The three consecutive feasts that follow the Easter season give us a glimpse of the foundational nature of the Church as the community of believers. First there is the feast of Pentecost, which is the coming of the Holy Spirit upon the Church. Because of God’s Holy Spirit, given to the Church, we have all become the adopted children of God and share in the one sonship of Jesus Christ. Trinity Sunday follows, where the one God is revealed and experienced as a community of persons. And next Sunday we have the feast of Corpus Christi, where the Body of Christ is identified as the sacrament of God’s presence in the world in the context of the gathered community we call the Church. The essential reality of the Holy Spirit living in the Church, the one God who is a community of persons, and the community of believers being the living presence of Christ in the world, is why the Church employs familial language so frequently. The Church is the family of God, and as such, we use terms like father, mother, sister and brother to describe the relationships we have with one another. If the family is divided or fractured, all the members are damaged. If the family is united and living in peace, all the members are enriched. On this Trinity Sunday we pray for our family the Church and for our own family. We pray for the unity and peace we were meant to enjoy from the time before the world began.
- Fr. Ted Rothrock
Las tres fiestas consecutivas que siguen después de la temporada de Pascua nos dan una idea de la naturaleza fundamental de la Iglesia como comunidad de creyentes. Primero está la fiesta de Pentecostés, que es la venida del Espíritu Santo sobre la Iglesia. Gracias al Espíritu Santo de Dios, dado a la Iglesia, todos nos hemos convertido en hijos adoptivos de Dios y compartimos la única filiación de Jesucristo. Sigue el Domingo de la Santísima Trinidad, donde el Dios único se revela y se experimenta como una comunidad de personas. Y el próximo domingo tenemos la fiesta del Corpus Christi, donde el Cuerpo de Cristo es identificado como el sacramento de la presencia de Dios en el mundo en el contexto de la comunidad reunida que llamamos Iglesia. La realidad esencial del Espíritu Santo que vive en la Iglesia, el Dios único que es una comunidad de personas y la comunidad de creyentes que es la presencia viva de Cristo en el mundo, es por eso que la Iglesia emplea el lenguaje familiar con tanta frecuencia. La Iglesia es la familia de Dios y, como tal, usamos términos como padre, madre, hermana y hermano para describir las relaciones que tenemos unos con otros. Si la familia está dividida o fracturada, todos los miembros resultan dañados. Si la familia está unida y vive en paz, todos los miembros se enriquecen. En este Domingo de la Trinidad oramos por nuestra familia la Iglesia y por nuestra propia familia. Oramos por la unidad y la paz que debíamos disfrutar desde antes de que comenzara el mundo.