Debido al ataque a Pearl Harbor, mis padres cambiaron sus planes de boda y se casaron en octubre de 1942. Después de una breve luna de miel en las Grandes Montañas Humeantes, empacaron las pocas pertenencias que tenían y se mudaron a Camp Campbell (ahora Fort Campbell ), donde mi padre comenzó su servicio militar durante la guerra. Más tarde fue enviado a Inglaterra con la Quinta División Blindada en preparación para la invasión de Europa, mientras mi madre se quedó en casa con su primogénito. Se comunicaban por “correo” tan frecuentemente como podían y mi madre guardaba todas sus cartas. Mientras estaba en Inglaterra, mi padre pudo ver el lanzamiento militar especial de la película “Holiday Inn” con Fred Astaire y Bing Crosby. La canción más destacada de la película fue “ White Christmas”, (Blanca Navidad) de Irving Berlin. Mi padre le respondió a mamá que pensaba que estaba destinada a ser una de las mejores canciones navideñas de todos los tiempos. No estaba solo en esa predicción. Cuando mi madre finalmente vio la película por sí misma, todo lo que pudo hacer fue llorar por todas esas miles de personas que nunca regresarían a casa, por las que esperaban una Blanca Navidad en una época de paz. Mi padre fue uno de los que regresaron a casa en 1946. Muchos años después, cuando yo crecí escuchando White Christmas, no me pasó por alto que mamá y papá siempre estaban tomados de la mano mientras escuchaban a Bing Crosby cantar los versos como solo él podía hacerlo. Cuando se estrenó la secuela de “Holiday Inn”, asumí que esta era la película que hizo tan famosa la canción de Navidad. Pero la nueva película “White Christmas” se estableció en Vermont justo después de la guerra. Años más tarde, finalmente vi el original y comprendí por qué tuvo tanto impacto en mis padres y en miles de personas que habían pasado por esa terrible guerra.
Estar lejos de familiares y amigos es bastante difícil en tiempos de paz, pero una separación por la guerra a través de los océanos durante meses o años es aún más desgarrador. El anhelo que mis padres tenían de estar juntos de nuevo fue compartido por muchas personas durante esos años. No es de extrañar que mi padre nunca quisiera estar en ningún otro lugar que no fuera en casa para Navidad. Para él era el día más importante del año, y mis hermanos y yo todavía tenemos las películas antiguas para demostrarlo. Aunque la mayor parte de la generación de mis padres ha fallecido, los recuerdos siguen ahí. Siguen grabados en nuestra conciencia colectiva que durante esta época del año anhelamos estar en casa, todas las veces que nos hemos separado ya no importan queremos ir a casa y estar con los que amamos y quienes nos aman. No hay mayor amor que el que Dios tiene por nosotros. Sabemos que nuestro verdadero hogar está en Dios, y mientras estamos en este mundo, no podemos encontrar una experiencia más cercana a nuestro hogar que en Cristo Jesús, nuestro Señor… ¡nuestro Emmanuel!