Giving Up and Giving Over
As this is the last Sunday before the season of Lent begins, it is the final time we sing the “Alleluia” during the liturgy before the Easter Vigil. Hence this Sunday has become known as “Alleluia” Sunday, so our hymns tend to make the best use of that word of praise we sing to God. We begin to cultivate the joy and discipline of the forty days of Lent latter this week on Ash Wednesday. All too often we concentrate on the things we need to get rid of or give up during Lent. It is true that Lent is a time when we examine our lives and identify those places and practices that need to be rooted out or given up. But it is also a time when we should examine our lives for the “sins of omission.” These are the sins that focus more on our failures as human beings and our unwillingness to be the best that we are called to be. Cultivating joy and discipline during this season might suggest a little less of the giving up and a little more of the taking on: discerning our failures and sins of omission and seeking a different perspective on our lives and our world. It essentially means that we must decide to trust in God instead of ourselves. Relying on the grace we have received in the forgiveness of Christ is the best preparation for the worthy reception of the Easter sacraments. Giving up things is good for our discipline, but giving over of our self to God’s grace is even better. F. Ted
RENUNCIA Y RENUNCIA
Como este es el último domingo antes de que comience la temporada de Cuaresma, es la última vez que cantamos el “Aleluya” durante la liturgia antes de la Vigilia Pascual. Por lo tanto, este domingo se conoce como domingo de “Aleluya”, por lo que nuestros himnos tienden a hacer el mejor uso de esa palabra de alabanza que cantamos a Dios. Comenzamos a cultivar la alegría y la disciplina de los cuarenta días de Cuaresma la última semana del Miércoles de Ceniza. Con demasiada frecuencia nos concentramos en las cosas de las que debemos deshacernos o abandonar durante la Cuaresma. Es cierto que la Cuaresma es un tiempo en el que examinamos nuestras vidas e identificamos aquellos lugares y prácticas que necesitan ser desarraigados o abandonados. Pero también es un momento en el que debemos examinar nuestras vidas en busca de los "pecados de omisión". Estos son los pecados que se centran más en nuestros fracasos como seres humanos y nuestra falta de voluntad para ser lo mejor que estamos llamados a ser. Cultivar el gozo y la disciplina durante esta temporada podría sugerir un poco menos de rendirse y un poco más de asumir: discernir nuestros fracasos y pecados de omisión y buscar una perspectiva diferente de nuestras vidas y nuestro mundo. Esencialmente significa que debemos decidir confiar en Dios en lugar de confiar en nosotros mismos. Confiar en la gracia que hemos recibido con el perdón de Cristo es la mejor preparación para la digna recepción de los sacramentos pascuales. Renunciar a las cosas es bueno para nuestra disciplina, pero entregarnos a la gracia de Dios es aún mejor. P. Ted