wEEKLY LETTER- World Missons
On the day of my ordination, Bishop George Fulcher was very clear in his admonition to the four young deacons standing before him. He looked straight into our eyes and clearly drove home his point. “You are a missionary; this is your India.” I had never considered that my Indiana home was in a mission country. Missionaries worked with native peoples who lived in grass-covered huts. They had no clothes to wear, and no food to eat. I didn’t sign up for this!
The mission of the Great Church is also the mission of this parish. We are called to “make disciples of all nations.” The geography is of little consequence and the socio-economic status of the natives should only account for some adjustments in tactics. The goal remains the same. We must make the Good News of God’s love and presence in the world available to everyone. This is particularly true for those who may have missed it. The bishop who ordained me was trying to assist his new crop of priests in the understanding that we are living in just such a place.
Catholics are only a fraction of a growing population that believes little more than nothing. The foreign missions have yielded much fruit and the Gospel is transforming the third world. Perhaps these new churches will provide a new impetus of faith to enrich us here at home. Planting the seeds of faith at home and abroad is what we have always done in the life of the Church. We know that the Gospel is our best hope for the world and we are compelled to share the Good News with everyone whom God places in our path. The whole of the world is our mission. –F. Ted
CARTA SEMANAL - Misiones Mundiales
El día de mi ordenación, el obispo George Fulcher fue muy claro en su amonestación a los cuatro jóvenes diáconos que estaban ante él. Nos miró directamente a los ojos y claramente hizo hincapié en su punto. “Eres un misionero; esta es tu India”. Nunca había considerado que mi hogar en Indiana estaba en un país de misión. Los misioneros trabajaron con los pueblos nativos que vivían en chozas cubiertas de pasto. No tenían ropa para ponerse ni comida para comer. ¡No me registré para esto!
La misión de la Gran Iglesia es también la misión de esta parroquia. Estamos llamados a “hacer discípulos a todas las naciones”. La geografía es de poca importancia y el estatus socioeconómico de los nativos solo debe dar cuenta de algunos ajustes en las tácticas. El objetivo sigue siendo el mismo. Debemos poner al alcance de todos la Buena Noticia del amor y la presencia de Dios en el mundo. Esto es particularmente cierto para aquellos que se lo hayan perdido. El obispo que me ordenó estaba tratando de ayudar a su nueva cosecha de sacerdotes a comprender que estamos viviendo en un lugar así.
Los católicos son solo una fracción de una población creciente que cree poco más que nada. Las misiones extranjeras han dado mucho fruto y el Evangelio está transformando al tercer mundo. Quizás estas nuevas iglesias proporcionen un nuevo ímpetu de fe para enriquecernos aquí en casa. Plantar las semillas de la fe en casa y en el extranjero es lo que siempre hemos hecho en la vida de la Iglesia. Sabemos que el Evangelio es nuestra mejor esperanza para el mundo y estamos obligados a compartir la Buena Nueva con todos los que Dios pone en nuestro camino. El mundo entero es nuestra misión. –P. Ted