WEEKLY LETTER - Going to the Father
On the night before He died, Jesus prayed that we all might be in complete unity with Him, as He is in the Father and the Father is in Him. John’s gospel goes to great lengths describing the nature, purpose, and character of this unity, which Jesus extends to His Church. Ultimately, the existence and authority of the Church rests on one foundational belief: the doctrine of the Incarnation. God, who is completely and radically distinct from the natural universe and from our own experience, is now “contained,” wholly and completely in the natural world in the person of Jesus the Son of Man, who is “a man like us in all things, but sin.” Since it is logically impossible for the infinity of God to be specified to a time and place, the incarnation of Jesus as the Son of God is a miracle! This is what Christmas is all about. In the choral music of Handel’s Messiah, Jesus is named: “Wonderful, Counselor, the Mighty God, the Everlasting Father, the Prince of Peace.” With the death, resurrection and now the ascension of Jesus accomplished, it is the Holy Spirit who binds the Father and the Son in a perfect communion of persons. This is the unity we are called to live in the Church as we are born into this same communion with the bestowal of the Holy Spirit at Pentecost. -F. Ted
CARTA SEMANAL - Ir al Padre
En la noche antes de morir, Jesús oró para que todos pudiéramos estar en completa unidad con Él, como Él está en el Padre y el Padre está en Él. El evangelio de Juan hace todo lo posible para describir la naturaleza, el propósito y el carácter de esta unidad, que Jesús extiende a su Iglesia. En última instancia, la existencia y la autoridad de la Iglesia se basan en una creencia fundamental: la doctrina de la Encarnación. Dios, que es completa y radicalmente distinto del universo natural y de nuestra propia experiencia, ahora está “contenido”, total y completamente en el mundo natural en la persona de Jesús, el Hijo del Hombre, quien es “un hombre como nosotros en todo”. cosas, sino el pecado.” Dado que es lógicamente imposible que la infinidad de Dios se especifique en un tiempo y lugar, ¡la encarnación de Jesús como el Hijo de Dios es un milagro! De esto se trata la Navidad. En la música coral del Mesías de Haendel, se nombra a Jesús: “Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz”. Cumplida la muerte, la resurrección y ahora la ascensión de Jesús, es el Espíritu Santo quien une al Padre y al Hijo en una perfecta comunión de personas. Esta es la unidad que estamos llamados a vivir en la Iglesia al nacer en esta misma comunión con la dádiva del Espíritu Santo en Pentecostés. –P. Ted