WEEKLY LETTER - The Wisdom of the Past
I recently discovered an old text that was published in 1889 called The Catholic Educator, A Library of Catholic Instruction and Devotion. Although the language is somewhat stilted, the teaching is remarkably similar to what is found in more recent catechisms. The traditional character of the Lenten season provides a suitable occasion for some wisdom from the past to lend valuable instruction in the proper disposition and devotion of a practicing Catholic. The following passage from Chapter II, The Propriety and Excellency of Devotion, is offered for our continued education in the faith and edification in the spirit: “The world beholds devout people to fast, pray, suffer injuries, serve the sick and give alms to the poor; it sees them watch over themselves, restrain their anger, stifle their passions, deprive themselves of sensual pleasures, and discerns not the inward cordial devotion, which renders all these actions agreeable, sweet, and easy…Devotion is that true spiritual sugar, which corrects the bitterness of mortification by the sweetness of its consolations; it removes discontent from the poor; solicitude from the rich; sadness from the oppressed; insolence from the exalted; melancholy from the solitary, and dissipation from him that is in company. It serves as well for fire in winter as for dew in summer. It knows as well how to use abundance as how to suffer want, and how to render honor and contempt equally profitable. In a word, it entertains pleasure and pain with equanimity, and replenishes the soul with an admirable sweetness.”
This is the kind of devotion that would serve us well during this Lenten season to focus our attention on the mysteries of Christ’s passion, death and resurrection. -F. Ted
CARTA SEMANAL - La sabiduría del pasado
Recientemente descubrí un texto antiguo que fue publicado en 1889 llamado El Educador Católico, Una Biblioteca de Instrucción y Devoción Católica. Aunque el lenguaje es algo forzado, la enseñanza es notablemente similar a la que se encuentra en los catecismos más recientes. El carácter tradicional del tiempo de Cuaresma proporciona una ocasión adecuada para que un poco de sabiduría del pasado brinde una valiosa instrucción sobre la disposición y devoción adecuadas de un católico practicante. El siguiente pasaje del Capítulo II, La propiedad y excelencia de la devoción, se ofrece para nuestra educación continua en la fe y edificación en el espíritu: “El mundo contempla gente devota para ayunar, orar, sufrir heridas, servir a los enfermos y dar limosna a los pobres; los ve velar por sí mismos, refrenar su ira, sofocar sus pasiones, privarse de los placeres sensuales, y no discierne la interior devoción cordial, que hace todas estas acciones agradables, dulces y fáciles... La devoción es ese verdadero azúcar espiritual, que corrige la amargura de la mortificación por la dulzura de sus consuelos; quita el descontento de los pobres; solicitud de los ricos; tristeza de los oprimidos; insolencia de los exaltados; melancolía del solitario, y disipación del que está en compañía. Sirve tanto para el fuego en invierno como para el rocío en verano. Sabe tanto usar la abundancia como sufrir la miseria, y hacer igualmente provechosos el honor y el desprecio. En una palabra, entretiene el placer y el dolor con ecuanimidad, y llena el alma de una dulzura admirable.” Este es el tipo de devoción que nos vendria bien durante este tiempo de Cuaresma para centrar nuestra atención en los misterios de la pasión, muerte y resurrección de Cristo. -P. Ted