A common mistake, one that I confess I made frequently when I was newly ordained, lies in believing that particular political convictions, sincerely held and deeply believed, should stand in judgment over the teaching of the Church. Whether we admit it or not, sometimes we can act as if we really believe that Jesus' message was Republican, Democrat, or Independent. In this framework, one hopes that priests should parrot the party line that corresponds with one's political preference. This attitude forgets that our salvation comes not from politics or political leaders but rather from the Lord Jesus Christ.
Political arguments are important but not nearly as critical to the purpose for which we were created as developing a deeper relationship with God. The Church doesn't need liberals, conservatives, or independents so much as she needs Jesus people--individuals who aspire to know, love, and serve the Lord of lords and King of kings with all of their heart, mind, and soul. For many of us, becoming more of a Jesus person will mean that we watch less cable news and spend more time praying, reading the Bible, and engaging in acts of service than we do at present.
To Jesus through Mary,
Fr. Christopher
Me ha sorprendido la frecuencia con la que últimamente ha surgido la cuestión de la Iglesia y la política. Es lamentable que gran parte de lo que hacemos haya adquirido importancia política. Con demasiada frecuencia, ciertas palabras o frases nos llevan a dejar de escuchar prematuramente lo que dice la gente y llegar a conclusiones que distan de ser precisas. Seguir a Jesús debería implicar una transformación continua de toda la vida. Dar nuestro todo sobre nosotros a Cristo ciertamente tendrá consecuencias en la forma en que cumplamos nuestros deberes como ciudadanos. De hecho, nuestra fe debe informar, dar forma y corregir nuestros puntos de vista políticos.
Un error común, uno que confieso que cometí con frecuencia cuando recién fui ordenado, radica en creer que ciertas convicciones políticas, sinceramente sostenidas y profundamente creídas, deben juzgar las enseñanzas de la Iglesia. Lo admitamos o no, a veces podemos actuar como si realmente creyéramos que el mensaje de Jesús fue republicano, demócrata o independiente. En este marco, uno espera que los sacerdotes repitan la línea del partido que corresponde con la preferencia política de uno. Esta actitud olvida que nuestra salvación no proviene de la política o los líderes políticos, sino del Señor Jesucristo.
Los argumentos políticos son importantes, pero no tan críticos para el propósito para el que fuimos creados, como desarrollar una relación más profunda con Dios. La Iglesia no necesita tanto liberales, conservadores o independientes como necesita a la gente de Jesús, individuos que aspiran a conocer, amar y servir al Señor de señores y Reyes de reyes con todo su corazón, mente y alma. Para muchos de nosotros, llegar a ser más una persona de Jesús significará que vemos menos noticias por cable y pasamos más tiempo orando, leyendo la Biblia y participando en actos de servicio de los que hacemos actualmente.