With the arrival of summer and the annual celebration of our nation’s independence, we should take pause and appreciate the blessings we have inherited at such a great cost. Our Declaration of Independence is a document that has literally transformed the world. It spawned a revolution that continues to inspire a sense of individual liberty that brings both freedom and responsibility. Our American ethos is both expansionist and isolationist. The growth of this nation from the Northwest Territories into the Missouri country and eventually to the shores of the Pacific, was met with scathing criticism and heated debate. The moral issue of slavery divided the American people to such an extent that a great civil war was inevitable and the power struggle between the several states and the federal government continues to this day.
The history of our nation is checkered with many conflicts and wars. Since the victory of the allies in World War II, the United States has assumed an enormously powerful role in the world. Prior to 1941, the American people were perfectly content to let the rest of the world do what it was doing as long as they didn’t bother us. That isolationist attitude did not seem to work all that well after Pearl Harbor. At a terrible cost in lives and treasure, the American people waged a war on two fronts that propelled this nation into the position of the leading world power. With great power comes great responsibility. Let this coming Independence Day be a time of sober reflection on the great responsibility we have been given to remain steadfast to the principles and values that our forefathers pledged their fortunes, their lives and their sacred honor.
- Fr. Ted Rothrock
Con la llegada del verano y la celebración anual de la independencia de nuestra nación, debemos hacer una pausa y apreciar las bendiciones que hemos heredado a tan gran costo. Nuestra Declaración de Independencia es un documento que literalmente ha transformado el mundo. Engendró una revolución que continúa inspirando un sentido de libertad individual que trae tanto libertad como responsabilidad. Nuestro espíritu estadounidense es expansionista y aislacionista. El crecimiento de esta nación desde los Territorios del Noroeste hasta el país de Missouri y, finalmente, hasta las costas del Pacífico, fue recibido con críticas mordaces y un acalorado debate. El tema moral de la esclavitud dividió al pueblo estadounidense hasta tal punto que una gran guerra civil era inevitable y la lucha por el poder entre los varios estados y el gobierno federal continúa hasta el día de hoy.
La historia de nuestra nación está llena de conflictos y guerras. Desde la victoria de los aliados en la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos ha asumido un papel enormemente poderoso en el mundo. Antes de 1941, el pueblo estadounidense estaba perfectamente satisfecho con dejar que el resto del mundo hiciera lo que estaba haciendo siempre que no nos molestaran. Esa actitud aislacionista no pareció funcionar tan bien después de Pearl Harbor. A un costo terrible en vidas y tesoros, el pueblo estadounidense libró una guerra en dos frentes que impulsó a esta nación a la posición de la principal potencia mundial. Con un gran poder viene una gran responsabilidad. Que este próximo Día de la Independencia sea un momento de reflexión sobria sobre la gran responsabilidad que se nos ha dado de permanecer firmes en los principios y valores por los que nuestros antepasados prometieron sus fortunas, sus vidas y su sagrado honor.